miércoles, 25 de octubre de 2017

Racha ganadora. Semana clásica.

Transcurridas nueve fechas el sordo mira a todos desde arriba. Sabe que falta y reconoce sus limitaciones, no obstante no puede dejar de hacerlo: espera al martes para ratificar que mira desde arriba.
La cuestión es qué hacer con eso, nada más lejano al sordo que asumir una actitud vanidosa. El ego del sordo radica en verse a sí mismo como un ente despojado de vicios como la gloria o el hecho de tener que complacer al resto: nada ni nadie afecta al sordo, salvo el macrismo y algunas costumbres del trotskismo. Después está todo bien, el reino del señor es un grano de mustarda.
Otro punto es que la racha ganadora puede atentar contra este espacio cybernético, hijo sano de la desgracia y la suerte aciaga. Cuesta hacer un crónica de un partido ganado, entusiasma más no llegar a los once.
La particularidad de este fin de semana radica en que jugamos contra un viejo conocido devenido en clásico: La Moma. Nunca supimos el origen de su nombre, suponemos que se debe a la famosa Moma asesinada allá por 2011. El comportamiento de machos patriarcas que manifiestan sus jugadores hace posible que responda a una ironía o algún episodio sexual que consideran gracioso o exagerado por parte de algún infeliz de su plantel. En cualquier caso, represiones disfrazadas. 
Hace algunas semanas algún momense entró al blog, probablemente se entusiasmó ante tanto popurrí de emociones simples, pero no pudo dejar de enviar saludos firmando como el campeón, como si solo ello lo autorizara a mirar o comentar. Seguramente revisara el blog desde tiempo atrás, o tal vez no, pero lo vio y no pudo dejar de lado su aspecto más miserable de jugador de la moma saludando como el campéon, como si eso le diera un derecho del que antes se encontrara privado. Lo invitamos a que participe y comente todas las veces que quiera así como a la humanidad toda, a que se despoje de su iditoez que lo hace percibirse como el campeón.
El sordo lo saluda, le desea una pronta recuperación, y le anticipa que el sábado va a salir a jugar con el mismo entusiasmo que cuando miraba a todos desde abajo, con los dedos en v y con todo el desprecio por la festichola amarillenta que se avecina, presumiblemente apoyada por gran parte de los momenses.